08 octubre, 2012

Estupro


Esperanzado totalmente en el nunca digo estás no tan vacías palabras: Nunca me olvidaré de la primera vez que le hice el amor.
Desesperado y después de cinco años sigo pensando en sus uñas y en sus pezones cada vez que me hago una 'paja'. Es que en verdad, qué delicia de mujer era ella.
Yo no quería, en verdad, fuí engañado, extorsionado, fue plan de sus ojos en tregua con sus muslos. Fué obra de su respiración exagerada y su insistente corazón golpeando fuertemente su pecho.
Rocé su mano, era tan suave que no podía aguantar a ver qué reacción tenía al friccionar con una cuerda, qué marca dejaría. La até a la silla, sus pies cada uno conforme las patas delanteras. 
Me tomé mucho tiempo en desabrochar su blusa, necesitaba disfrutar mucho de mi parte favorita, el desprendimiento de la ropa. Desabrochaba algunos botones con la boca, otros con las manos cuando, de repente, se me antojaba su cuello. Su falda, la desabroché fácilmente y la fuí bajando para poder apreciar las curvas, naturalmente una vez que la despojé de todo lo puse con cuidado en mi ropero que contenía los trofeos de otras (me sentí tan mal de mezclarla con todas que tuve que sacar su ropa para llevarla a otro lugar).
Por fín la toqué. Sentí mi mano resbalar por el hermoso cauce que se encuentra en la espalda, obra maestra de Dios sin duda. La besé, la besé mucho, más que a cualquiera.
Podría jurar que esos gemidos guturales eran de placer, lo juro, no parecían de repulsión o miedo, con ellos me pedía más, era insaciable.
Mi saliba con ella no tenía fin, la llené toda, y así una vez ella, desnuda y babosa saqué todo lo que tenía dentro, me fijé que todo se quedara en el suelo, no quería arruinar el color que tenía, en ese momento, mi amada.
Tomé una foto.
Una vez terminado la llevé a su departamento, la guardé en la cajuela, todavía no apestaba.

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