11 octubre, 2014

Entre erotismo y obra: Un acercamiento al pensamiento de Blanchot y Bataille.




        La noche, la hora del descanso ajetreado que a veces nos traen los sueños. La noche para Blanchot “es el momento exacto en donde lo imposible se hace posible…en donde el ‘todo ha desaparecido’ aparece”. Se podría pensar que la noche tiene como su contraparte irreductible el día. Pero “el día hace la noche…la noche sólo habla del día”. Realmente la noche sería el espejo en el que el día ve su esplendor oscuro, pero en donde gracias a esta oscuridad  el día se logra ver aún más claro. La noche es el momento de la reflexión del día. Tan  es la noche el reflejo del día que en el sueño nunca soñamos, siempre estamos en la acción diurna (no nos dejemos engañar por las apariencias) Realmente la noche complementa y extiende el día.
        La transgresión es la noche del día de la prohibición. Como lo concibe Bataille: “La transgresión no es la negación de lo prohibido sino que lo supera  y lo complementa”. Realmente ambas vienen concebidas en el mismo juego en el que cuando te dicen lo que no debes hacer te están dando ideas, al mismo tiempo, de cómo hacerlo. Esto se da con el simple hecho de mencionarlo. Así tenemos que aunque los conceptos parecen lo contrario, realmente la misma mención de uno termina en el otro, el primero complementa al segundo y no pueden concebirse por separado.
         El momento de la noche solitaria y oscura viene por sí misma con la reflexión del día y en este momento es en donde se busca la inspiración. La inspiración como la búsqueda de transgredir, la búsqueda del olvido de la ley y el abrazo a la imprudencia. Es en donde “como si renunciar a fracasar fuese mucho más grave que renunciar a triunfar” El momento de la inspiración es ese momento exacto en que Orfeo transgrede a la prohibición de mirar a Eurídice. Entonces, ¿qué es la falta de inspiración?  Es lo que sucede durante el día, es la prohibición y es por lo tanto la que complementa a la inspiración “esa inspiración que al mismo tiempo es la falta de inspiración, fuerza creadora y aridez íntimamente confundidas”.
        Como ha quedado claro el día trae consigo la prohibición, la falta de inspiración,  acción y por lo tanto es la señal de vida. Todos sabemos que vivimos mientras nos vemos y vemos a los otros bajo la luz del día. Pero cuando se duda de la vida es en la oscuridad, en la noche. La inspiración  imprudente de la que hablábamos arriba es, al mismo tiempo, un cuestionamiento de la vida y un deseo de la muerte, la espera de la muerte, pero no pensamientos vagos de lo que será sino la muerte en su figura: nuestra muerte, la muerte rodeándonos. La muerte plásticamente se concibe en el pensamiento de un cadáver, y es esta misma imagen la que nos lleva a pensar en el destino que nos toca, en palabras de Bataille: “el cadáver fresco es la imagen del destino, lleva en sí mismo una amenaza” o para Blanchot: “Para los que quedan y rodean al moribundo, llega como una muerte a morir cada vez más, una muerte que reposa sobre ellos…”
        Podemos ver que realmente los conceptos utilizados por Bataille y Blanchot, aunque parecen antónimicos, son realmente palabras que se complementan, extensiones una de la otra. El día cae en el saber de la vida y la noche cae al deseo de la muerte sin embargo no hay noche sin día y no hay vida sin muerte. La tensión de estos conceptos a atraerse y luego repelerse y explotar nos traen un “efecto big bang”: La creación; Obra y Erotismo. La primera es el producto de la tensión día y noche.  Mientras que el segundo nace del juego de la vida y la muerte. A cerca de la espacialidad de cada concepto es interesante darnos cuenta que el hecho de día-noche, vida-muerte son percepciones del exterior, de fuera del hombre y sus alternos inspiración-no inspiración, prohibición transgresión suceden dentro del cuerpo mismo. Así que el erotismo y la obra son la piel, el intermedio lo que pasa entre el exterior y el cuerpo mientras se percibe pero que no se puede separar de la percepción misma. La tensión día-noche trae la obra y la de vida-muerte a eros pero no dejemos atrás la complementación de ambos: El erotismo como ocaso y la obra como cuestionamiento del ser.