La noche, la hora del descanso ajetreado
que a veces nos traen los sueños. La noche para Blanchot “es el momento exacto en donde lo imposible se hace posible…en donde el
‘todo ha desaparecido’ aparece”. Se podría pensar que la noche tiene como
su contraparte irreductible el día. Pero “el
día hace la noche…la noche sólo habla del día”. Realmente la noche sería el
espejo en el que el día ve su esplendor oscuro, pero en donde gracias a esta
oscuridad el día se logra ver aún más
claro. La noche es el momento de la reflexión del día. Tan es la noche el reflejo del día que en el sueño
nunca soñamos, siempre estamos en la acción diurna (no nos dejemos engañar por
las apariencias) Realmente la noche complementa y extiende el día.
La transgresión es la noche del día de
la prohibición. Como lo concibe Bataille: “La
transgresión no es la negación de lo prohibido sino que lo supera y lo complementa”. Realmente ambas vienen concebidas
en el mismo juego en el que cuando te dicen lo que no debes hacer te están
dando ideas, al mismo tiempo, de cómo hacerlo. Esto se da con el simple hecho
de mencionarlo. Así tenemos que aunque los conceptos parecen lo contrario,
realmente la misma mención de uno termina en el otro, el primero complementa al
segundo y no pueden concebirse por separado.
El
momento de la noche solitaria y oscura viene por sí misma con la reflexión del
día y en este momento es en donde se busca la inspiración. La inspiración como
la búsqueda de transgredir, la búsqueda del olvido de la ley y el abrazo a la
imprudencia. Es en donde “como si
renunciar a fracasar fuese mucho más grave que renunciar a triunfar” El
momento de la inspiración es ese momento exacto en que Orfeo transgrede a la
prohibición de mirar a Eurídice. Entonces, ¿qué es la falta de inspiración? Es lo que sucede durante el día, es la
prohibición y es por lo tanto la que complementa a la inspiración “esa inspiración que al mismo tiempo es la
falta de inspiración, fuerza creadora y aridez íntimamente confundidas”.
Como ha quedado claro el día trae
consigo la prohibición, la falta de inspiración, acción y por lo tanto es la señal de vida.
Todos sabemos que vivimos mientras nos vemos y vemos a los otros bajo la luz
del día. Pero cuando se duda de la vida es en la oscuridad, en la noche. La
inspiración imprudente de la que
hablábamos arriba es, al mismo tiempo, un cuestionamiento de la vida y un deseo
de la muerte, la espera de la muerte, pero no pensamientos vagos de lo que será
sino la muerte en su figura: nuestra muerte, la muerte rodeándonos. La muerte
plásticamente se concibe en el pensamiento de un cadáver, y es esta misma
imagen la que nos lleva a pensar en el destino que nos toca, en palabras de
Bataille: “el cadáver fresco es la imagen
del destino, lleva en sí mismo una amenaza” o para Blanchot: “Para los que quedan y rodean al moribundo,
llega como una muerte a morir cada vez más, una muerte que reposa sobre ellos…”
Podemos ver que realmente los conceptos
utilizados por Bataille y Blanchot, aunque parecen antónimicos, son realmente
palabras que se complementan, extensiones una de la otra. El día cae en el
saber de la vida y la noche cae al deseo de la muerte sin embargo no hay noche
sin día y no hay vida sin muerte. La tensión de estos conceptos a atraerse y
luego repelerse y explotar nos traen un “efecto big bang”: La creación; Obra y
Erotismo. La primera es el producto de la tensión día y noche. Mientras que el segundo nace del juego de la
vida y la muerte. A cerca de la espacialidad de cada concepto es interesante
darnos cuenta que el hecho de día-noche, vida-muerte son percepciones del
exterior, de fuera del hombre y sus alternos inspiración-no inspiración,
prohibición transgresión suceden dentro del cuerpo mismo. Así que el erotismo y
la obra son la piel, el intermedio lo que pasa entre el exterior y el cuerpo
mientras se percibe pero que no se puede separar de la percepción misma. La
tensión día-noche trae la obra y la de vida-muerte a eros pero no dejemos atrás
la complementación de ambos: El erotismo como ocaso y la obra como
cuestionamiento del ser.
Qué cosas tan reflexivamente intensas y curiosas. ¿Para quién habrás hecho este ensayo? Pareciera que para ti misma; quizá te lo fuiste autodedicando a medida que venía saliendo. Un afectuoso abrazo.
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